Han pasado años desde la última entrada en este blog. Por el camino, subimos a Segunda de la mano de Rubén de la Barrera jugando al fútbol de maravilla. La temporada siguiente, ya casi entre los grandes, volvimos a bajar a Segunda B, en el último partido, luchando hasta el último minuto y jugando como nunca pero perdiendo como siempre. En realidad, habíamos descendido muchas jornadas antes aunque el equipo jugaba al fútbol de maravilla. Los árbitros nos machacaron pero el equipo dejó escapar muchos puntos de forma pueril en partidos que tenía ganados. Palatsí, el portero titular, era un drama bajo los palos. Iza Carcelén, tan pronto era Berti Vogts como arrancaba tocando desde el lateral derecho con suicidas pases horizontales a los pies del mejor delantero rival. Pero ni Emi Buendía ni Rodri eran Alex Gallar ni Josep Señé, todo estilo, llegó a filtrar pases como lo hacía Toni Villa. En realidad, la mitad del descenso se fraguó al iniciar la temporada sin Gallar, sin Villa, sin Julen Colinas y sin Benja: el cuarteto de la muerte que nos había liberado del infierno tras 43 años.
Tras De la Barrera y liquidado de forma rápida el visionario e inane proyecto de Víctor Cea, llegó Jose Luis Aira. Un tipo honrado, tal vez el entrenador ideal para ascensos de Segunda B por la vía habitual. Todo eficacia pero falta de brillantez. Tuvo una primera temporada de transición en la que perdimos hasta la promoción de ascenso por un pelo. Y una segunda temporada con mejor rendimiento, segundos tras el Logroñés. Eliminamos al Atlético de Madrid en Copa del Rey y a punto estuvimos de hacer lo mismo con el Valencia de Celades. Pero fallamos en la tanda de penaltis. La fase de ascenso se jugó en Málaga, ya en plena pandemia. Pasamos la primera ronda ante el Yeclano con suficiencia. La segunda fase era contra el Sabadell y significaba el ascenso. La Cultu fue superior en todo. Juan Carlos Menudo marcó un gol que nos devolvía a Segunda. Pero en el último minuto una chorrada defensiva y la flojera de Leandro en la portería nos condenó a la prórroga y a los penaltis. Y otra vez fallamos. Antonio Martínez, un tipo pundonoroso y honrado pero muy mermado por las lesiones, falló el penalti decisivo. Con él se fue el sueño del retorno rápido. Y se cerró lo que quedaba de la época de Rubén de la Barrera. Con Antonio se fueron Viti e Iván González, los últimos rockeros del equipo del ascenso.
En septiembre de 2020, arranca otra temporada más. Y otra vez con sueños visionarios: esta vez el elegido se llamaba David Cabello (calvo y muy parecido a un Javier Cabello que 5 años antes había querido descubrir en León la alquimia del fútbol) y venía de haber hecho algo grande en el Poli Ejido. Por mucho que el hombre jurase y perjurase que no era el "otro Cabello" a todos nos lo parecía. Con él vinieron unas cuantas medianías para hacer un equipo que no jugaba a nada y que era un pelele en manos de cualquiera. Como no se intuía solución al tema y la necesidad del ascenso apremia por motivos varios, un buen día, antes de Navidades, Cabello fue defenestrado por sorpresa (un poco como el "otro Cabello") y en su lugar llegó Iñigo Idiákez, ex jugador de la Real que por lo visto llevaba años en Inglaterra de segundo entrenador, copiando sistemas y aprendiendo del fútbol inglés, lo cual tiene su mérito....
La llegada de Idiákez y el hecho de que la estrella actual, el genial Dioni Villalba, no saliese en el mercado de invierno han revitalizado a un equipo que está por hacer. Hay buenos mimbres pero hay que coser el cesto, que es lo más difícil. Pero resulta agradable ver jugar a este equipo. Solo falta que Zubiaurre ejerza de portero y que los delanteros que no son Dioni acierten con la portería rival. Tres empates seguidos en casa y una victoria fuera son los últimos resultados. Hasta ahora. Eso sí, siempre mereciendo más y no obteniendo justa recompensa. Como si eso no le pasara a cualquiera que se queda en el pozo de la Segunda o desciende a Tercera. El gran éxito de De la Barrera fue su planteamiento estructural: salir a ganar y dejarse de quejas. Apenas hubo lamentos en las temporadas con De la Barrera aunque de poco sirviera. Pero nada bueno sale de la queja. Solo descrédito para el que la utiliza de argumento.
La Cultu del Covid no pinta nada mal. Pero hace falta tiempo y calma. Hay un buen equipo. No romperemos moldes ni arrasaremos como con Rubibarrera. Pero hay afición y ganas para volver a la carga.
En la foto de Mauricio Peña para La Nueva Crónica de León, Dioni Villaba se va dos pucelanos para marcar el gol del empate el pasado domingo en el Reino.