Pues desde hace un par de meses cuando juega la Cultural y Deportiva Leonesa el suspense por saber quién va a ganar ha desaparecido y uno va al estadio por ver a nuestro equipo jugar al fútbol como nunca se ha visto antes en León. Casi nada.
Da lo mismo que el rival se adelante, como el día de Ferrol, o que la muchachada palentina o la céltica o la pontevedresa se entusiasme. O que pase como ayer, que el Burgos despliegue una tupida tela de araña en el centro del campo. Da igual. Los partidos de la Cultu ya se reducen a esperar el momento en el que los blancos marcarán una, dos, tres veces...las que hagan falta. Hace un par de meses que en el Grupo I de la Segunda B un equipo manda con una firmeza inusitada haciendo un fútbol de gala.
Ayer, en la primera tarde fría del año, casi doblamos el número de espectadores de la pasada temporada. Es un placer ver como al Reino le van creciendo aficionados por las gradas. Ayer se jugaba contra un "grande". El Burgos llegó muy acompañado y con buenos resultados desde que lo cogió Mandiola pero no le sirvió de nada: tiraron a puerta en dos ocasiones. Cierto que durante 40 minutos nos cerraron las bandas y que a Mario Ortíz, nuestro intercambiador, lo marcaban entre cuatro y que tras Gallar iba media plantilla burgalesa cada vez que la tocaba. Pero ¡qué mas da! En el minuto 42 Julen Colinas puso un centro medido al punto de penalti donde la calidad del holandés Gianni Zuiverloon tocó el balón con la puntera, suavemente, para alojarlo en las mallas y dejar a Lechuga haciendo la estatua. Tras el descanso el Burgos no reaccionó. Toni les volvía loco por la banda izquierda, por la derecha o por la que fuera.
Y al poco, Alex Gallar, que llevaba toda la tarde tirando paredes, se coló en una porfía entre el defensa y el portero y con exquisita delicadeza marcó otra vez más en esta temporada. El extremo catalán está que se sale. Aún hubo tiempo para que Julen Colinas destrozase el larguero de un zapatazo y Viti pudiese lograr otra diana. Los espectadores se deleitaron con el fútbol de una plantilla enérgica, batalladora y muy compensada donde todos defienden y todos atacan. Cuando ya era de noche el público cantaba: ¡Que pase el siguiente! Será en Villaviciosa la próxima parada. Y esto no será como el año pasado, señor Rozada.
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